domingo, 19 de abril de 2015

El significado de la felicidad.

¿Por qué la felicidad no es tan buena como parece?


La búsqueda de la felicidad es un signo de nuestros tiempos. Pero, como veremos más adelante, está demostrado que no es buscar la felicidad lo que nos hace felices. Entonces, ¿Qué hacer para ser felices? ¿Es la felicidad a lo que debemos aspirar en la vida? Si buscar la felicidad no nos hace felices, ¿Qué nos queda?
En este artículo trataremos de diferenciar la felicidad de la satisfacción. Siguiendo las conclusiones de investigaciones recientes y uno de los mejores escritos sobre la felicidad que jamás se hayan publicado, descubriremos el gran error del planteamiento común sobre la felicidad y la vida en la actualidad, y cuál es el verdadero secreto de tener una vida plena y satisfactoria.

Una experiencia real sobre el objetivo de la vida


En 1946, Viktor Frankl publicó el best seller El hombre en busca de sentido, en el que habla sobre sus experiencias en los campos de concentración nazis. Frankl, psicólogo y neurólogo judío, fue capturado en septiembre de 1942, junto con sus padres y su esposa. Él sobrevivió, pero su familia no. En su libro, Frankl nos da la clave. La conclusión de su libro es clara.
La diferencia entre los que vivieron y los que murieron se reducía a una sola cosa: el significado.
Frankl trabajó como terapeuta en los campos de concentración. En su libro, cuenta el ejemplo de dos reclusos suicidas que encontró allí. Como muchos otros, estos hombres se sentían sin esperanzas. Frankl escribió que, en ambos casos, era una cuestión de conseguir que se dieran cuenta de que la vida todavía estaba esperando algo de ellos.
Y es que, según Frankl, todo se puede tomar de un hombre menos una cosa: la última de las libertades humanas, que no es otra que elegir su actitud en cualquier conjunto de circunstancias, la de elegir su propio camino.
Frankl observó, en los campos de concentración nazi, que las personas que encuentran significado incluso en las circunstancias más terribles eran mucho más resistentes al sufrimiento que los que no lo hacían.

Viktor Frankl

El sentido de la vida y la situación actual


Este mensaje atemporal de Frankl puede parecer que está en contradicción con nuestra cultura actual, en la que parece que la gente está más interesada y comprometida con la búsqueda de la felicidad individual que en la búsqueda de sentido. Al menos, eso es lo que nos quieren vender (y con bastante éxito, por cierto).
Diferentes encuestas e investigaciones en las que se compara la satisfacción de la gente que busca la felicidad con la que busca el sentido de la vida ofrecen resultados muy interesantes, sobre los que merece la pena reflexionar.
En este sentido, en diversas encuestas se puede apreciar como un porcentaje muy amplio de la población no ha descubierto un propósito en su vida que les resulte satisfactorio, independientemente de que sientan satisfechas sus necesidades inmediatas.

Felicidad Vs Significado


La investigación ha demostrado que el tener un propósito y significado en la vida aumenta el bienestar general y la satisfacción, mejora la salud mental y física, aumenta la resistencia, fortalece la autoestima y disminuye las posibilidades de depresión. Sin embargo, la búsqueda decidida de la felicidad está haciendo que las personas sean menos felices, según una investigación reciente.
Curiosamente, Frankl ya escribió que es la misma búsqueda de la felicidad lo que impide la felicidad.
Es por eso que algunos investigadores advierten acerca de buscar como objetivo en la vida el de ser simplemente ser feliz. En un estudio publicado en Journal of Positive Psychology , los científicos  preguntaron a casi 400 personas si pensaban que sus vidas eran significativas  y / o felices.
Los investigadores encontraron que la gente feliz consigue alegría al recibir, mientras que las personas que llevan una vida significativa consiguen alegría al dar a los demás. “La felicidad sin significado caracteriza a una vida relativamente poco profunda, absorta en sí misma, o incluso egoísta, en la que las cosas van bien, las necesidades y el deseo son fáciles de satisfacer”, escribieron los autores.
En concreto, los investigadores descubrieron que las personas que son felices tienden a pensar que la vida es fácil, están en buen estado de salud física, y son capaces de comprar las cosas que quieren y necesitan. La vida feliz se define por la ausencia de estrés o preocupación. Los investigadores dijeron, dicho así, los seres humanos no son los únicos seres que pueden ser felices. Los animales también pueden sentirse felices cuando sus necesidades están satisfechas.
Pero lo que diferencia a los seres humanos, aparte de los animales no buscan  la felicidad, es precisamente la búsqueda de significado en la vida, como bien recordaron los autores del estudio. Los participantes en el estudio encontraban el significado al dar parte de sí mismos a los demás, en utilizar  sus fortalezas y talentos más altos para pertenecer y servir a algo que creen que es más grande que ellos mismos.

Qué es encontrar el significado de la vida


El significado también  trata de trascender el momento presente. Mientras que la felicidad es una emoción sentida en el aquí y ahora, en última instancia, se desvanece, como hacen todas las emociones. Sin embargo, el significado perdura.
En el estudio, las personas que vivían más el presente eran más felices, pero las personas que pasaban más tiempo pensando en el futuro o sobre las luchas del pasado encontraron más significado.
Otro estudio lo confirma. Las personas que tienen significado en sus vidas, en forma de un propósito claramente definido, calificaron su satisfacción con la vida de manera superior, incluso cuando se sentían peor que los que no tenían un propósito claramente definido.
Y esto nos devuelve a la vida Frankl, concretamente a una experiencia decisiva que tuvo antes de ser enviado a los campos de concentración. Siendo aún muy joven, Frankl se había establecido ya como uno de los principales psiquiatras en Viena.
En 1941, sus teorías habían recibido la atención internacional y fue a trabajar como jefe de neurología del Hospital Rothschild de Viena, donde arriesgó su vida y su carrera, haciendo falsos diagnósticos de los pacientes con enfermedades mentales para que no fueran ejecutados por los nazis.
Si no está en tus manos cambiar una situación que te produce dolor, siempre podrás escoger la actitud con la que afrontes ese sufrimiento

La decisión de Frankl


Con su carrera en la cima y la amenaza de los nazis cerniéndose sobre él, Frankl solicitó un visado para ir a los Estados Unidos, que le fue concedido en 1941. Para entonces, los nazis ya habían comenzado a llevar judíos a los campos de concentración, centrándose en los ancianos primero. Frankl sabía que sería solo cuestión de tiempo que los nazis llegaran a sus padres.
Una vez que lo hicieron, Frankl sintió que tenía la responsabilidad de ayudarles a superar el trauma de la adaptación a la vida de aquel lugar. Por otra parte, como un hombre recién casado con su visado en la mano, sintió la tentación de huir a la seguridad que le ofrecía América, donde podría distinguirse aún más en su campo.
En un aquella difícil situación en la que debía para tomar una decisión, Frankl se dirigió a la catedral de San Esteban de Viena para despejar la cabeza. Necesitaba una señal. Y la encontró al volver, cuando descubrió un pedazo de mármol encima de una mesa de su casa: parte de los escombros de una  sinagoga que los nazis habían destruido, tal y como le explicó su padre.
Contenía un fragmento de uno de los Diez Mandamientos: honrarás a tu padre ya tu madre. Para Frankl la señal fue clara y se quedó.
La sabiduría que Frankl deriva de sus experiencias en los campos, en medio del sufrimiento humano inimaginable, es tan relevante ahora como lo fue entonces. El ser humano siempre apunta, y se dirige, a algo o alguien que no es uno mismo.
Cuanto más se olvida uno de sí mismo, al entregarse a la causa de servir o amar a otra persona, con más intensidad manifestamos nuestra parte más humana. Al dedicar nuestras vidas a dar en lugar de tomar, también reconocemos que hay más cosas buenas en la vida que la simple búsqueda de la felicidad.

martes, 31 de marzo de 2015

Tengo 81 anos y mucha experiencia de la vida...

Hoy es un domingo de marzo. Que hermoso dia! hay sol, temperatura de otoño y mi jardín ya con nuevos retoños mostrando ya sus diferentes colores y asomando alguna flor.
Tengo 81 anos y mucha experiencia de la vida que si bien me regalo muchas cosas, también me quito algunas muy importantes que hubiese querido tener a esta altura de mi vida.
Les contare algo de mi familia: Nací en entre Ríos. De pequeña ame a ms padres, ame a mis maestros.
Ya de chica me gustaba el trabajo, ayudaba a mis padres en lo que podía, limpiaba la casa, barría la vereda y hacia los mandados.
Me gustaba cuidar la quinta y cultivar lo que crecía. También disfrutaba buscando los huevos del gallinero, mientras corría a las gallinas. Pobrecitas!, aun recuerdo como gritaban.
Todo esto ocurrió en mi infancia.
Mas tarde, ya adolescente estudie en la secundaria. Que linda época!!! Como disfrute esos años. Cuanta alegría, y cuantos sueños.
Tantas veces me enamore de compañeros de colegio, y también de algún profesor. Es una época de muchos hermosos sentimientos.
A los 17 años vine a Buenos aires con mis hermanas, en busca de un futuro distinto. Llegamos solas, pues mis padres quedaron en Entre Ríos.
Al despedirnos de mama y papa, de las tres hermanas fui la que mas lloro, y creo que la que mas sintió despegarse de ellos.
Nunca perdí el optimismo.
Encontré en Buenos Aires trabajo de secretaria en un estudio contable donde siempre me respetaron y diría que también me cuidaron.
Empecé a salir con amigas y amigos. Fui a bailes, nunca planche. Siempre baile con jóvenes que me halagaban con piropos y me hacían creer que yo era muy linda, cosa que siempre me gusto ser.
Como ven, resumí mi vida, que paso siempre con alegría.
A los 25 anos deje los bailes y comencé a concurrir a lugares donde daban charlas sobre temas culturales. Aprendí mucho, y eso me sirvió a lo largo de la vida.
Así en esos lugares, en un día de lluvia, conocí a un muchacho de nombre Carlos, con el a los 6 meses de conocernos, nos casamos.
Tuvimos dos hijos hermosos, que felicidad y alegría sentimos los dos!!!!
Éramos la familia que todos quisieran tener, 20 anos de amor y felicidad. Yo siempre cantaba una canción de agradecimiento que cantaba Mercedes Sosa: "Gracias a la vida".
Pero un día de junio de 1984 la vida me jugo una mala pasada. Dios llevo a Carlos al cielo con solo 54 anos.
Quede sin una pata, pero a pesar de esa tremenda paliza, me ayudaron mis hijos y todos los que me conocían a salir de tan inesperada noticia.
Luche para salir de esa encrucijada. Sabia que nada se podía hacer, pero puse toda mi fuerza y mi esperanza en salir. Mi voluntad es muy fuerte y hoy con mis 81 anos, sigo trabajando.
En mi trabajo me siento querida, valorada. La gente que me quiere y me lo dice y eso me hace feliz. Me levanto todos los días a las 6 de la mañana, como frutas, hago mis ejercicios, y me voy a trabajar.
El trabajo me permite conectarme con la gente, escuchar y aconsejar. Eso me genera alegría.
Por eso sigo trabajando, el trabajo me energiza, me hace sentir joven y útil. Cada dia de mi vida encuentro un motivo importante para seguir viviendo, para arreglarme, para pintarme y salir de mi casa. Me enorgullece cuando la gente pide hablar conmigo, en tiempos en los que a los viejos de los descarta, a mi me hacen sentir joven. Y asi pasa cada dia de mi vida, amando a mis queridos hijos y nietos, cargada de amor y elogios a mi persona.
Dios!!!, (Gracias)